Labranza de conservación: tradición que desaparece

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El desarrollo tecnológico que en la mayoría de los casos es necesario, trae consigo beneficios importantes, pero termina obligando a que la mano de obra se vea reemplazada por máquinas, en nuestro caso tractores.

A pesar de lo quebrado de nuestra geografía, hemos visto como la labor de preparación de suelos ha ido cambiando su forma ancestral de arar con bueyes por el uso parcial de los poderosos tractores.  El uso de ésta herramienta de trabajo se abre paso en fincas en las que gracias a su ubicación y vías de acceso pueden hacer uso de ella.  Sin embargo, gracias a que no todos los microfundistas de nuestro municipio tienen ésta posibilidad, podemos decir que el 40% de los pequeños agricultores, según Epsagro Municipal, todavía utilizan el arado de tracción animal para preparar el suelo.

A diferencia de la máquina que por obra y gracia de la mano del hombre cuando la parieron en las grandes industrias nació sabiendo arar, ocurre lo contrario con los bueyes que para aprender este oficio requieren de un proceso de enseñanza desde temprana edad, hasta lograr con mucho esfuerzo y trabajo constante que éste se convierta en el aliado perfecto de la verdadera conservación del suelo. “Soy agricultor hace aproximadamente 40 años y aprendí a trabajar con los bueyes porque en esa época no habían máquinas o si las habían por aquí no llegaban todavía. Utilizo los animales aunque me tenga que esforzar un poco más en el trabajo; además quienes usan el tractor, por obligación tienen que utilizar los bueyes para melgar (trazar el surco) y después surcar”, explica Jorge Leyva.

En el sector cuentan con una muy buena y única máquina de propiedad del Municipio, pero cuando la demanda es alta, los agricultores acuden a otras de propietarios privados provenientes de lugares vecinos. "En las siete veredas del Municipio de Tipacoque; Galván, Palmar, La Carrera, Bavatá y  Ovachía – Cañabravo y La Calera; departamento de Boyacá, se hace uso de esta herramienta, aclarando que en porcentaje distinto entre unas y otras, dependiendo de las facilidades para el ingreso y la pendiente del terreno”, explica Julio Cesar Barrera Melgarejo, Zootecnista y Director de la Epsagro Municipal. Una forma de apoyar al agricultor es el costo que se cobra por hora de trabajo del tractor y que equivale a 25.000 pesos hora efectiva trabajada, este contrasta con el precio que se debe pagar a una máquina particular, que asciende a 30.000 pesos más el desplazamiento.

Desde el momento en que se adquirió la máquina en la región, se viene ofreciendo el servicio utilizando el arado de cincel - aunque su operación implique más costo - por solicitud de los mismos agricultores que saben el daño causado al suelo cuando se utiliza el disco, siendo ésta la razón principal por la que ha disminuido el uso del arado con bueyes en un 60%, según Epsagro Municipal, en los últimos cinco años.

El uso de la tecnología optimiza recursos y tiempo, el trabajo que hace la máquina en 10 horas llevaría una semana y media realizarlo con bueyes.  “El tractor de nuestra localidad trabaja un promedio anual de 1000 horas, en los meses de Enero y Febrero y mediados de Agosto y Septiembre que son las dos épocas de siembra”, explica Julio César. La escases de mano de obra, la pérdida de amor por el trabajo del campo, la falta de apoyo por parte del estado, hacen que el futuro de la agricultura vislumbre un panorama poco alentador.

Por ser el tractor una herramienta de trabajo con un alto nivel de desarrollo tecnológico, es normal que su alistamiento para el desarrollo de la labor diaria de arado sólo requiera una breve inspección por parte del operario; sin embargo, esta se ve sujeta a que en caso de un pequeño percance de tipo mecánico, dicha labor no se pueda realizar o se deba interrumpir hasta tanto no se supere el impase; reanudar el trabajo dependerá de que tan costoso es, el tipo de daño y su respectivo especialista (llámese electricista, montallantero o experto en cajas) y finalmente, a qué distancia se pueda encontrar el remedio que pueda aliviar la enfermedad del agónico tractor.  Detalle contrario ocurre con la yunta de bueyes que tal vez no se pincha, ni se le desconectan cables, tampoco se le daña la caja de cambios y si cosa parecida llegara a ocurrir, fácilmente el Médico veterinario (uno solo) diagnosticará y se encargará de solucionar el enorme problema.

Además de las ventajas y desventajas técnicamente conocidas del trabajo del tractor frente al trabajo de los bueyes, es importante anotar que el daño medio ambiental causado por el tractor es mucho más alto: emisión de humo y el cambio de aceite que muy seguramente terminará siendo arrojado al piso o corriendo hacia una cañería. Mientras que la excretas que producen los bueyes se convierten en abono que servirá para mejorar la calidad del suelo.

Finalmente, y para no perder la esperanza de que nuestra artesanal labor de preparar la tierra desaparezca totalmente, nos regocija saber que el tractor nunca podrá recorrer los empinados y difíciles caminos que transitan los bueyes para llegar a los más alejados rincones de nuestra encrespada geografía y con la potencia de sus cuatro patas y la fuerza de su cuello y cabeza ayudar a rasguñar los pedazos de tierra que día tras día, y sin descanso, labrarán nuestros héroes de la agricultura para proveer de comida las enormes plazas y mercados de grandes superficies a donde acuden de compras los alegres y despreocupados citadinos.

 

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Por Luis José Pita

Comunicador Rural, Agrosolidaria, Seccional Tipacoque (Tipacoque, Boyacá)