José Antonio Vargas Ríos fue un hombre que dio oportunidades de progreso al municipio de Fómeque, Cundinamarca. Era el menor de 11 hermanos, nació en la vereda de Potrero Grande de este municipio el 3 de diciembre de 1944.Aquí mismo cursó los estudios de primaria y adelantó la secundaria como Normalista en Zipaquirá, en el mismo recinto donde también estudio nuestro premio nobel Gabriel García Márquez.
Se caracterizó por ser emprendedor, luchó por progresar y alcanzar cargos importantes para ayudar a su pueblo, como cuando fue secretario de educación en Cundinamarca y otorgó becas a los jóvenes del municipio que con su esfuerzo y dedicación demostraron un alto rendimiento académico. Muchos de los jóvenes egresados del colegio en Fómeque obtuvieron trabajo en las escuelas rurales que el mismo construyó; algunas de estas se situaron en las veredas La Margarita , La Moya, Ponta, El Paval y Susa, permitiendo que la niñez pudiera acceder a la educación en construcciones dignas, favoreciendo la alfabetización de un pueblo de grandes sueños y esperanza de progreso. Estos recintos sagrados para la educación de nuestro país se encuentran todavía allí, albergando en su interior una generación que no conoció a José Antonio Vargas pero agradecen las obras que gestionó para el municipio.
También se le atribuye que en el municipio los jóvenes varones prestaran el servicio militar los fines de semana, permitiendo que durante la semana desarrollaran las actividades del campo. Cuando Falleció terminó esta innovadora idea.
Los caminos que encontramos hoy al realizar recorridos por las veredas del municipio también fueron obra suya, construyó puentes en las quebradas Negra de la vereda la Pastora, Barandillas en la vereda de Cuequeta, Cabra en la vereda San Lorenzo, que sirven como herramienta para desplazar los productos agropecuarios desde las veredas al casco urbano.
Su paso por este mundo no fue en vano, afirma su gran admirador y amigo Gabriel Alvarado, dejó como herencia al municipio maquinaria como volquetas, buldócer, cargador y moto niveladora, que prestaron servicio a los campesinos. Antonio Vargas, con gran empeño, logró que el municipio fuera visitado por los presidentes de la República de Colombia Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Santamaría Ávila, Gobernador de Cundinamarca. Siempre comprometido a atender las necesidades del campesino, solidario, dedicado y respetuoso, dejó una huella que el paso del tiempo no ha podido borrar, se encuentran allí para recordarle a un pueblo que con valor, esfuerzo y motivación se puede logar el progreso de la comunidad.
“Su imagen está viva en mi”, afirma su hijo José Antonio Vargas
Recuerdo a mi padre por su empeño de superación, no sólo por las limitaciones económicas, también porque tenía una limitación física en la pierna derecha, aún así fue un gran servidor a la comunidad. Cuando ocupó el cargo de diputado fue el creador y ponente de la propuesta para que Guayabetal fuera municipio, ocupó cargos de gran importancia en el gobierno municipal y departamental, fue concejal de Quetame, Gutiérrez, Guayabetal, Fosca, Choachi, Ubaque y Fómeque.
Mi padre fue asesinado el 5 de noviembre de 1984 cuando me encontraba cursando los estudios de bachillerato. Recuerdo con gran nostalgia, y alegría al mismo tiempo, que días antes de su muerte se acercó para decirme que no quería dejarme como herencia cosas materiales, porque al igual que llegaban se iban. Lo que más deseaba dejarnos, a mi hermano y a mí, era el estudio y el ejemplo de ayudar a su pueblo, que nos sintiéramos orgullosos de nuestras raíces.
José Antonio Vargas Ríos, pendiente de ayudar a la comunidad, impulsó los grupos musicales y reinados que engrandecieron el municipio culturalmente, dejó huellas que no se podrán borrar y que quedarán como reconocimiento al esfuerzo de un hombre con un corazón inmenso, que le hizo merecedor a que una de las avenidas del municipio, en su honor, lleve su nombre y se pueda contemplar allí su imagen.
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Por Yadira Reyes
Comunicadora Rural, Asprocaf (Fómeque - Cundinamarca)