En la tradición chocolatera más pura los cacaos criollos tienen un valor especial, para la preparación de chocolates artesanales. Andrea Amatto, representante de Slow Food, la asociación internacional sin ánimo de lucro que se propuso combatir el auge de la comida rápida y la comida chatarra, visitó nuestro país para continuar con su búsqueda de especies de cacao criollas que puedan ser útiles en esos nichos especializados de chocolatería artesanal, que gozan de prestigio en la gastronomía europea. El pasado 6 de marzo, Amatto, acompañado por un equipo de facilitadores de la Corporación PBA, realizó una visita a fincas en el corregimiento Mingueo, municipio Dibulla, en La Guajira, en las que se cultiva el cacao criollo porcelana, originario de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Posterior al recorrido hecho a los cultivos de cacao, donde se conocieron los tipos de cacao que tienen establecidos (clones, híbridos y criollos), el manejo agronómico y la forma en que se hace el proceso de beneficio y fermentación, se realizó una reunión con los asociados de la Asociación de Productores Orgánicos del Municipio de Dibulla - APOMD, para conocer su voluntad y compromiso dirigido a desarrollar un proyecto especial para el cacao criollo que encontraron en las fincas de visitadas. El cacao criollo está denominado según los expertos, como "el más fino entre los finos” (Urquhart (1963)). Este proyecto es equivalente a un Baluarte Slow Food, es decir una iniciativa cuyo fin es ayudar a los productores a salir del aislamiento, superar dificultades y encontrar un mercado distinto, más sensible al valor de sus productos.
Este reconocimiento motivará a los productores a manejar este tipo de cacao que se produce en cantidades limitadas, y estimular su conservación ya que se encuentra en peligro de extinción.
Slow Food (comida lenta), fundada en Italia 1989, es un movimiento internacional comprometido en devolver el justo valor al alimento respetando a quien lo produce, sus territorios y sus tradiciones locales y busca salvaguardar las tradiciones gastronómicas regionales, con sus productos y métodos de cultivo, en oposición a la comida estandarizada tan en boga en el mundo actual.