- Santiago Perry's Blog
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El próximo domingo 2 de octubre es fundamental para el futuro de Colombia. Si triunfa el Sí en el plebiscito – como todo parece indicar – se acaban 52 años de guerra con el mayor grupo armado irregular que hay en Colombia, las FARC. El paso de esta guerrilla a partido que haga política sin armas no solucionará todos los problemas del país, pero tendrá un importantísimo efecto positivo: mejorará la seguridad y el orden público en todo el territorio nacional, como ya se ha visto desde que inició el cese del fuego unilateral; las fuerzas armadas colombianas podrán dedicarse a combatir a las bandas criminales y la delincuencia común (y a los reductos guerrilleros que se mantengan, en especial el ELN); cuantiosos recursos públicos y privados que se liberen del conflicto podrán dedicarse a resolver nuestros graves problemas de atraso y miseria, principalmente en nuestras áreas rurales; los colombianos honestos podremos invertir nuestros esfuerzos y recursos con mayor tranquilidad en actividades que contribuyan a la prosperidad nacional; los habitantes rurales verán reducir sustancialmente la presión que los actores del conflicto les han impuesto en los últimos decenios; la sociedad en general se quitará un pesado fardo de encima y podrá vivir mejor.
El improbable triunfo del no sería, por su parte, un salto al vacío. Como es obvio, ni el gobierno ni las FARC se sentarían a renegociar el acuerdo después de más de cuatro largos y complejos años de negociaciones. Un acuerdo cuya seriedad y bondades para la sociedad colombiana reconocen las más diversas personalidades internacionales, muchas de las cuales acompañaron su firma el lunes pasado en Cartagena. Un acuerdo que propone para el campo lo que la mayoría de los estudiosos venimos proponiendo hace tiempo para saldar la deuda histórica que tenemos con sus habitantes, en especial con los más pobres. Un acuerdo que propone una solución razonable y realista al problema de los cultivos de uso ilícito y al tema de las drogas. Un acuerdo que no contempla impunidad para quienes han cometido crímenes atroces, como lo señaló la fiscal de la Corte Penal Internacional, ya que tendrán que pagar penas alternativas. Un acuerdo que ofrece garantías a quienes quieran hacer política sin armas y una mínima representación política a los exguerrilleros si se compara con acuerdos similares de otras latitudes. Un muy buen acuerdo, en síntesis, como hemos concluido todos los que lo hemos estudiado desapasionadamente. Y los promotores del no nos proponen rechazar este buen acuerdo y regresar a la guerra que durante más de cinco décadas ha desangrado al país e impedido su prosperidad.
Los colombianos no podemos cometer semejante error y dejar pasar esta oportunidad histórica. Por eso, saldremos todos a votar masivamente por el sí. Nadie debe quedarse en su casa. Todos debemos respaldar el fin de la guerra con las FARC con un contundente Sí.