Entre un paisaje montañoso salpicado de cultivos se encuentran Úsme y Ciudad Bolívar, sur de Bogotá, donde predomina el sector rural y el brote talentoso de sus campesinos.
Hasta este extremo sur de la capital llegó el proyecto de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDDE), en convenio con la Corporación PBA, que agrupa 40 pequeños productores dedicados al cultivo de papa, principal actividad económica en las veredas. “El proyecto busca fortalecer a las comunidades de la ruralidad de Úsme y Ciudad Bolívar, involucradas mediante procesos de investigación participativa y de reconocimiento de sus fortalezas individuales y grupales, para que avancen en su propio desarrollo”, explica Maria Ruby Orozco, de la Corporación PBA.
La iniciativa se enfoca en la innovación rural participativa, donde productores y profesionales acompañantes trabajan por el fortalecimiento integral de las comunidades. “Se da gran importancia al individuo, a su crecimiento como persona reconociendo sus valores y potencializando sus habilidades para que los ponga al servicio de su comunidad”, comenta Maria Ruby.
En la misma línea participativa, el programa pretende resolver la falta de material de siembra de calidad, libre de plagas y enfermedades, problemática planteada desde años por los pequeños productores. “Aquí siempre se ha sembrado y sacado papa, pero no se ha seleccionado, nunca habíamos tenido acompañamiento de profesionales como agrónomos que nos mostraran una técnica para el cultivo. En este proceso lo estamos haciendo y con la tecnología para lograr certificarnos como productores de semilla”, dice Wilson Jaramillo, pequeño productor de papa en la vereda Quiba Baja, Ciudad Bolívar.
Este enfoque, que nace de las necesidades sentidas por la comunidad, y sus alternativas de solución les permitirá a los agricultores avanzar en procesos de producción limpia y ser competitivos en el mercado, encadenándose con la política pública de seguridad alimentaria y nutricional de la SDDE, que tiene como objetivos mejorar la competitividad y productividad de la región capital y democratizar las oportunidades económicas.
Hace siete meses que el programa inició su ejecución en áreas rurales de estas dos localidades de Bogotá y los productores ya se ven como grupo, son consientes de la necesidad de pensar en comunidad y que para ello deben fortalecer sus habilidades personales y sociales. “Este proyecto ha enriquecido el saber de los campesinos en la vereda, nos hemos integrado, aprendimos a compartir ideas y respetar las de nuestros compañeros. Cuando inició el programa cada uno hablaba para un lado, ya el grupo se está integrando y hay más tolerancia entre nosotros. Tenemos claro que somos un equipo de trabajo y que debemos seguir adelante como tal”, cuenta Marina Chacón, productora vincula al programa.
Tras el programa, los productores han reconocido la importancia de desarrollar procesos innovadores que les permita ser más productivos; su ansiedad por incorporar nuevas técnicas, más amigables con el medio ambiente y donde ellos son parte importante y fundamental del proceso investigativo, es evidente.“Hemos aprendido nuevas prácticas de siembra, cómo es la semilla, cuánto dura el ciclo del cultivo, cómo debe quedar el terreno, hemos aprendido a colocar trampas para las plagas, por aquí ninguno hacía ni sabía de eso”, dice Wilson Jaramillo.
El proyecto ha aprovechado las capacidades que han desarrollado agricultores de Cundinamarca y Boyacá vinculados a procesos de Innovación Rural con la Corporación PBA; estos líderes campesinos multiplicadores han acompañado las actividades del proyecto, desarrollando habilidades en los pequeños productores de estas localidades de Bogotá.
Para un ciudadano corriente es un misterio quién camina en la montaña y quién los acompaña, para Marina Chacón, a quien Ciudad Bolívar vio crecer entre los cultivos de Quiba, este es el primer proyecto en el que participa y que ha visto florecer, del que espera le ayude a construir un futuro sostenible, término que empieza a utilizar con entusiasmo.