Michael Carter es el apóstol de la transferencia de activos como estrategia para sacar de la pobreza a los pobladores del campo. Sus investigaciones en Sudáfrica entregan evidencia de que es mejor enseñar a pescar que dar pescado a los pobres, y sus esfuerzos actuales se concentran en encontrar caminos para asegurar el financiamiento de los emprendimientos de la pequeña producción campesina. Profesor de la Universidad de California, Carter estuvo en Bogotá, invitado por el Grupo Diálogo Rural Colombia, para hablar sobre reducción de pobreza en el mundo.
"En un país como Colombia ya es hora de ponernos en serio a resolver el problema de la tierra" “El programa de transferencias de tierras en Sudáfrica ha tenido éxito, y lo que voy a mostrar es que los impactos son muy grandes, más que las transferencias condicionadas de efectivo. La transferencia de un activo tiene la propiedad de dar impactos multiplicados, porque la gente queda habilitada para utilizar sus capacidades y sus recursos, algo que hasta el momento no había tenido oportunidad de hacer”, explica. En ese país, el investigador tuvo la oportunidad de comparar dos grupos de pobladores rurales muy pobres, con un ingreso medio de dos dólares por día. Un grupo recibió tierras y el otro no (se trataba del grupo de personas que aplicaron al programa de tierras y no resultaron favorecidos); al cabo de tres años, quienes recibieron tierras habían mejorado su posición en la escala de pobreza y sus ingresos per cápita eran 50 por ciento superiores. En sólo tres años.
En contraste, un programa de transferencia de dinero estudiado por Carter, también en Sudáfrica, (se trata del programa Child Support Grant) reveló una mejora del 5 por ciento en el nivel de pobreza de los beneficiarios, al cabo de 15 años. “El Banco mundial se ha dado cuenta de que solamente dar comida o plata no es suficiente y ahora habla de una estrategia de protección social integral”, dice, para explicar que cada día se abre paso con más claridad la importancia de transferir activos, como la tierra en el caso sudafricano, si se quiere en serio reducir la pobreza rural.
A pesar de lo muy conocida que es la sentencia “es mejor enseñar a pescar que dar un pescado”, en el ámbito de la lucha contra la pobreza parecen no existir suficientes evidencias empíricas que demuestren su veracidad. Y el profesor Carter se ha empeñado en conseguir dichas evidencias. “Hay mucha lógica si se quiere o teoría económica en esto, hay razones para pensar que la transferencia de activos debería funcionar mejor y ser más costo-efectiva. Pero la evidencia hasta ahora era escasa”, explica. En su opinión, el programa de Sudáfrica es interesante porque es uno de los pocos estudios que se aproxima a un experimento natural.
Carter trabaja también en el tema del aseguramiento para la financiación de la economía campesina. El I4 Index Insurance Innovation Initiative , es un proyecto conjunto entre Basis (Centro de estudios sobre pobreza de la Universidad de California), Oxfam, Usaid y Fao, para encontrar salidas al financiamiento de las actividades de los pequeños productores agrícolas. “Uno de nuestros proyectos está en Etiopia, donde hay zonas de competencia agrícola grandes con productores bien pequeños. Los rendimientos anuales son del 25 por ciento de lo posible. Los productores no tienen capacidad de invertir en mejoramiento tecnológico, semillas, etc. Hemos creado un índice de seguros, con la idea de que la gente pueda tener más confianza de que sí se pueden hacer las inversiones y que pueden pagar sus deudas, aun si la cosecha es mala. Por otro lado, tenemos un banco privado que nunca ha invertido un dólar en el sector agrícola y ahora está dispuesto a prestar dinero a los pequeños productores, gracias al índice que hemos creado". En su opinión, un sistema de protección puede insertarse como parte de una estrategia de desarrollo rural.
Conocedor de la situación rural latinoamericana, Carter opinó sobre el caso colombiano: “En un país como Colombia ya es hora de ponernos en serio a resolver el problema de la tierra; hemos aprendido cómo redistribuir muy mal la tierra, yo creo que se puede hacer bien y es hora de someter a prueba estos interrogantes”.
Entregar activos como la tierra a los pequeños agricultores requiere además otras medidas y un acompañamiento cercano, con acceso también al financiamiento. “Darle dinero a la gente con transferencias de efectivos es muy redituable políticamente. Pero no todo el mundo puede ser un pequeño agricultor exitoso. No le funciona a todo el mundo por igual. Un estudio que hago en Nicaragua con pequeños agricultores, indica que el programa de tierras allá sirve a la mitad de los agricultores y a la otra mitad no le sirve de nada. Tenemos que aceptar esa realidad”. Y agrega: “Colegas hicieron un estudio sobre redistribución de tierras en Honduras; a los dos años todo iba muy bien y a los cinco hubo muchos desertores. ¿Por qué? No se sabe, pero hay muchas dificultades cuando uno trata de colocar a un agricultor en el camino comercial”.
La iniciativa I4 busca soluciones para el problema del financiamiento de los pequeños agricultores. Carter cree que se necesita mucha creatividad en ello, para conseguir alternativas que por un lado garanticen a los bancos que los pequeños productores pueden pagar sus créditos, y por otro aseguren el éxito productivo de los campesinos. El estado juega generalmente un papel en ofrecer garantías, pero hay que hacerlo de manera que los agricultores se sientan estimulados y presionados a cumplir sus compromisos. “Hay que establecer diferentes niveles de riesgo o capas de riesgo. La mayor parte de los gobiernos en los países andinos piensan que hay una red social para medir el nivel de riesgo. El gobierno puede asegurar la capa catastrófica del riesgo y los individuos responder por una segunda capa adicional de riesgo. Así el gobierno solo paga cuando la situación es catastrófica, por ejemplo pérdidas de todos los agricultores por causas climáticas”, explica.
Carter menciona numerosos casos exitosos de seguros para el financiamiento rural en Kenia, en Tanzania, en Bolivia y Perú. Todos bajo el enfoque de entregar bienes y activos a los pequeños productores rurales.