La mosca blanca, originaria de América tropical, es una de las plagas más importantes a nivel mundial, presenta una amplia distribución geográfica y su rango de hospederos incluye plantas de más de 250 géneros, distribuidos en cerca de 85 familias como solanáceas, cucurbitáceas, crucíferas y leguminosas. (Quesada et al., 2006; Rodríguez et al., 2003) (Inbar y Gerling, 2008).
En Colombia, la mosca blanca fue mencionada por primera vez en 1984 cuando afectó cultivos de fríjol en la zona andina; actualmente los registros mencionan la presencia de esta plaga en todo el territorio nacional, que además es la especie más frecuente en el trópico alto y valles interandinos de Colombia y Ecuador.
En regiones comprendidas entre los 700 y 3000 metros de altura, en el año 2001 se calcularon pérdidas cercanas al 20 por ciento en el cultivo de habichuela del occidente del país, según la revista colombiana de entomología en su publicación número 27. Frente a esta situación, el control químico apareció como la principal estrategia de manejo por parte de los agricultores, lo que hizo a la plaga resistente y difícil de controlar. (Byrne, 1991).
El control biológico de plagas se realiza con enemigos naturales, como lo hicieron en Asprocaf, organización de Fómeque - Cundinamarca, en el año 2008 donde utilizaron una integración de técnicas de manejo en el cultivo de habichuela. Luego de intentar con las aplicaciones de productos químicos y orgánicos, los productores vinculados a la organización decidieron probar la combinación con el uso de agentes de control bilógico como parasitoides (Encarsia Formosa y Amitus fuscipenis), que no son otra cosa que seres vivos controlando la infestación de mosca blanca en los cultivos, logrando que la población de la plaga no afectara su desarrollo vegetativo y productivo.
“Yo no creía que esos animalitos fueran capaces de controlar la plaga en mi cultivo, tuve que ver con mi propios ojos que sí sirve y que no tengo que aplicar químicos”, afirma Elizabeth Vergara, productora de la organización.
El manejo integrado de cultivos permite reducir el impacto ambiental, proteger la fauna, la flora y los suelos. Este manejo se puede aplicar a todo tipo de agricultura, incluso en la jardinería se puede llegar abajar los costos de producción y además permite la combinación de diferentes métodos y estrategias de control.
Aunque las técnicas de manejo integrado se han estado implementando en los últimos años, es ahora cuando se ve la importancia que tiene, ya que los agricultores logan reducir costos de producción, además de proteger su ecosistema y su familia.
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Por Yadira Reyes
Comunicadora Rural, Asprocaf (Fómeque - Cundinamarca)