La pandemia del Covid-19 nos cogió en la Corporación PBA por sorpresa, como creo que a todos los colombianos. Desde las primeras noticias le seguimos la pista con atención. Cuando comenzaron a mencionar la posibilidad de una cuarentena y a hablar de un simulacro en Bogotá, decidimos trabajar aceleradamente para cambiar nuestros métodos de acompañamiento hacia las herramientas virtuales.
No tuvimos la menor duda: debíamos seguir acompañando a las comunidades como fuera, pues no podíamos abandonarlas en el momento en que más nos necesitaban. Además, era previsible que las restricciones iban para largo y que si interrumpíamos los procesos emprendidos se iban a presentar graves retrocesos. Algunos experimentos, y no pocos cultivos y actividades pecuarias, se verían seriamente afectados, así como el funcionamiento de las organizaciones y de sus negocios.
Por fortuna habíamos trabajado con las comunidades en alfabetización digital y les habíamos insistido en el uso del computador y del internet, por lo que estábamos relativamente preparados. Los comunicadores, los multiplicadores y todos los que habían participado en capacitaciones virtuales debían jugar un papel fundamental en esa labor.
En efecto, así sucedió. Uno de los primeros en tomar la iniciativa fue un líder de una comunidad de Córdoba, que decidió hacer un video para darles ánimo a los demás campesinos, recomendarles que se cuidaran e insistirles en que siguieran produciendo alimentos en sus parcelas, los cuales iban a ser indispensables para que la sociedad colombiana saliera adelante en medio del confinamiento. Les mencionaba, además, que desde la Corporación PBA los seguiríamos acompañando y apoyando.
Publicamos su mensaje en nuestra página web, lo difundimos por nuestras redes sociales y lo mandamos a los grupos de WhatsApp que ya teníamos en la mayoría de proyectos. Lo mismo hizo el productor y varios miembros de las comunidades y de nuestro equipo de acompañamiento.
Rápidamente otros pequeños productores y los profesionales de la Corporación comenzaron a elaborar diversas herramientas para el acompañamiento remoto. Hicimos planes de trabajo para adelantar el proceso de manera ordenada, en los cuales acordamos con las comunidades los medios que íbamos a utilizar. Debimos privilegiar los menos exigentes en señal de celular e internet, teniendo en cuenta las lamentables condiciones de conectividad de las áreas rurales colombianas.
De manera que el acompañamiento continuó, reinventándonos, y la comunicación con los productores se volvió incluso más frecuente que antes de la cuarentena. Algunas muestras las estamos publicando tanto en la página web como en las redes sociales. Las comunidades agradecieron mucho nuestra presencia y nos manifestaron que en virtud de ella se sentían acompañadas y optimistas.
Pero nuestra acción no se limitó al trabajo con las comunidades, sino que incluyó también la ayuda alimentaria. De nuevo, el ejemplo lo dieron los productores. La organización de segundo grado que se había creado en la zona costanera de Córdoba, conformada por 18 organizaciones de base que acompañamos, tuvo la iniciativa de donar plátano y otros productos para entregarlos a las familias más vulnerables de Moñitos y sus alrededores. A los pocos días, unos productores de Isnos, en el extremo sur del Huila, donaron guarapo de caña para la elaboración de alcohol.
Inspirados en estas acciones, decidimos con algunos de nuestros aliados, como la Fundación Bolívar Davivienda y la Fundación Grupo Bios, sumarnos a estos esfuerzos. Diseñamos con las organizaciones de productores una estrategia para entregar mercados a los miembros más vulnerables de sus comunidades y de algunas vecinas.
La propuesta fue comprarles los alimentos a sus asociaciones a precios justos -pues los intermediarios habían reducido los suyos con la disculpa de las restricciones al transporte decretadas en la cuarentena- y complementarlos con otros adquiridos al comercio local, para ayudar a dinamizar la economía de sus municipios y corregimientos. Las organizaciones se encargarían de la selección de los beneficiarios y el embalaje y la entrega de los mercados.
Con el entusiasmo de productores, profesionales y aliados, la estrategia ya está en marcha, contemplando todos los cuidados requeridos para prevenir el contagio. En esta página, y en nuestras redes, continuáremos contando cómo avanza su implementación y publicando algunos ejemplos del acompañamiento virtual.
De manera que la emergencia sanitaria ha mostrado la resiliencia, creatividad, solidaridad y gran capacidad de los colombianos -y en particular de los habitantes rurales- para enfrentar las adversidades.
Superaremos esta crisis gracias al esfuerzo y compromiso de todos nosotros -profesionales, productores y aliados-, y contaremos con un arsenal de experiencias, aprendizajes y nuevas herramientas que nos permitirán mejorar nuestras labores de acompañamiento a las comunidades rurales y a las organizaciones de agricultores familiares.