Una problemática que se ha ido identificando en el curso de los últimos tiempos, que tiene una gran incidencia negativa en diversos lugares de nuestro país y que cada día se convierte en una potencial causa de riesgo de miles de familias que devengan su sustento de sus labores agrarias, son los indebidos procesos de producción que ponen en peligro el desarrollo y éxito del proyecto productivo.
Estos inapropiados procesos pueden presentarse en la formulación, ejecución o finalización de los proyectos, por ejemplo en la selección y adecuación de los lotes, en las líneas de producción a implementar; ya sean agrícolas o pecuarias, las épocas del año de su ejecución, entre otros factores que pueden impactar negativa o positivamente en el proyecto, región o medio ambiente en general, dependiendo de su manejo.
La tala de bosques, la quema, la utilización irracional de químicos entre otras actividades que se hacen parte de la problemática que se plantea, se suma el arraigo de la cultura productiva, que alude a una cadena de metodologías interrumpidas en la forma de proyectar, ejecutar y capitalizar las diferentes fases de los proyectos a realizar, pues resulta difícil hacer cambiar de parecer a quienes por tanto tiempo han utilizado estas formas de producción en sus labores diarias de ejecutores, facilitadores y auditores.
Se deben abolir prácticas como la quema de suelos, la tala indiscriminada de bosques entre las más letales contra el ecosistema, remplazándolas por componentes agroforestales que sean amigables y solidarias al medio y al fin productivoEl desafío del tiempo presente consiste en poder injertar un componente en gestión del riesgo, dentro de las fases que integran el establecimiento de la puesta en marcha de los proyectos productivos, que permita visualizar el riesgo como aquello que puedo perder y/o afectar al no identificar las posibles fuentes de amenazas y debilidades que se pueden presentar a lo largo de la actividad a perpetrar. De esta manera, la gestión del riesgo sería una nueva herramienta en manos de los productores encaminada a buscar la disminución de la afectación del medio, que nace como consecuencia del desempeño de sus labores cotidianas y que se hacen evidente a través de: el efecto de invernadero, la erosión y cambio climático que tantas dificultades nos han ocasionado.
Por tal razón, se deben abolir prácticas como la quema de suelos, la tala indiscriminada de bosques entre las más letales contra el ecosistema, remplazándolas por componentes agroforestales que sean amigables y solidarias al medio y al fin productivo.
A manera de ejemplo está la forma en que se viene trabajando con el cultivo del café en el municipio de Gramalote, que en el afán de incrementar su producción y la rentabilidad con nuevas variedades las cuales necesitan mayor cantidad de luz solar, ha hecho que en las plantaciones se tengan que eliminar toda clase de arborización, ocasionando desequilibrios notables, sumados al uso excesivo de fertilizantes químicos. Por lo que sería más saludable implementar cultivos alternativos dentro de estos como arboles maderables o frutales que contribuyan al entorno y ampliar los renglones de producción. Con esta nueva perspectiva, se busca la optimización de los procesos como parte fundamental de la cadena productiva; tan importante los productos finales como los mecanismos utilizados para obtenerlos.
Por Fabio Peñaranda. Comunicador Popular RNCU