Leonardo Rodríguez es un campesino de la región Caribe colombiana, propietario de la finca La Mariela, en el municipio Agustín Codazzi, departamento de Cesar, en el norte del país. Como beneficiario del programa de renovación de cafetales de la Federación Nacional de Cafeteros, él es un ejemplo de cómo un modelo sostenible y participativo de promoción rural puede cambiar la vida de las personas.
Su testimonio es impresionante: “Yo producía 8.000 kilos de café en el año 2002, pero tuve que desplazarme por la violencia paramilitar. Me refugié con mi familia en la cabecera municipal y no podía trabajar en mi tierra, por orden de los comandantes que dominaban la zona. Es un proceso terrible que no quiero ni recordar porque me produce mucho dolor. En el año 2005 regresé con mi familia y encontré mi mejor lote lleno de maleza y bichos, y al ver esto no pude contener las lágrimas. Todo estaba arruinado y me trasnochaba pensando qué iba a hacer para sostener a mi familia. En la época de las vacas gordas no guardamos dinero y estábamos en ese momento con los brazos cruzados, hasta que apareció el comité de cafeteros y me motivaron, mediante un programa de apoyo.
En 2006 renové 1,5 hectáreas y en 2007 renové 2 hectáreas, y he renovado hasta el momento un total de 9 hectáreas. Actualmente tengo 12.500 matas para sembrar (semilla) y las cosas son diferentes ahora. En 2005 recolecté 2.000 kilos y en 2010 recolecté 7.544. Por supuesto que antes de la violencia llegué a recolectar hasta 12.000 kilos, pero ya me estoy acercando de nuevo a esa meta. Mi meta este año es llegar a 9.600 kilos. Ha llegado la esperanza. El extensionista que me motivó fue como que Dios que me lo puso allí para salvarme”.
Leonardo se refiere a su finca “La Mariela” como “mi empresa”, y clasifica a su esposa como “socia” del negocio. Es evidencia del empoderamiento producido por un nuevo enfoque de promoción del pequeño agricultor que aplica la Federación Nacional de Cafeteros. No se trata sólo de volver a sembrar café; se trata de crear empresa rural, gestionada directamente por los campesinos. Leonardo lo sintetiza de este modo: “Aprendimos no sólo a renovar nuestras fincas, sino a administrarlas. Hoy parecemos ya una empresa, somos pequeños pero somos una empresa también”.
Él se siente empresario rural, genera empleo y está construyendo una nueva casa para vivir con su familia. “Hemos mejorado muchos las técnica de siembra, lo que es el beneficio del café. Y en un taller de capacitación conocí la palabrita DOFA, que es la que me ha cambiado la vida”, dice.
Conocer de primera mano testimonios como éste, permitieron al Grupo Diálogo Rural Colombia, iniciativa de Rimisp y la Corporación PBA, para generar un espacio de discusión entre expertos sobre la mitigación de la pobreza rural en el país, hacer una interesante reflexión acerca de factores clave para tener en cuenta en un proceso de desarrollo rural y lucha contra la pobreza en el campo. Entre los elementos citados por el grupo hay que mencionar: democratización y participación ciudadana; políticas públicas claras de promoción; y una fuerte estrategia de alianzas entre diversos actores e instituciones. “El paternalismo afectó por muchos años la caficultura colombiana. Todavía hay muchos caficultores en actitud de ‘qué me regalan’, y eso afortunadamente cambió y ninguno de nuestros programas actuales es asistencialista”, indica Ricardo Villaveces, gerente técnico de la Federación Nacional de Cafeteros y miembro del GDR Colombia.
La Federación aportó dos casos de éxito como parte de la exploración de experiencias relevantes que el GDR está realizando para conocer cómo están haciendo comunidades rurales e instituciones públicas y privadas para fomentar el desarrollo sostenible en el campo colombiano.