Sucre y Córdoba se han convertido en escenario de progreso donde los protagonistas son pequeños agricultores de yuca que lograron establecer producciones rentables, trabajar con materiales limpios, formalizar alianzas comerciales y posesionar la yuca con mejores precios en el mercado, todo a través de la iniciativa que encadena los actores que intervienen en la producción, transformación y comercialización del producto.
A través del Programa de Biotecnología Agrícola (PBA) los pequeños productores de yuca, en las sabanas de Córdoba y Sucre, venían trabajando en núcleos de investigación participativa. En el proceso, los agricultores dan el paso a los núcleos productivos donde nace Aproysa, Asociación Nacional de Productores, Procesadores y Comercializadores de Yuca. “La idea era que los productores, además de trabajar la parte de investigación, pasaran a establecer núcleos productivos para convertirse en verdaderos empresarios del cultivo de la yuca, creando una alianza que encadenara a los actores que intervienen desde la producción hasta llegar al consumidor”, comenta Estela Escobar de la Corporación PBA. En este orden, Aproysa es una alianza, una cadena entre agricultores, proveedores, comercializadores, intermediarios, procesadores, quienes logran establecer acuerdos para obtener un beneficio común alrededor del producto.
Inicialmente, la propuesta se desarrolló con el apoyo, gestión e impulso de la Corporación PBA y el aporte económico hecho por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Luego está el trabajo referente al desarrollo tecnológico en materiales que, a través de convenios con la Corporación, se ha realizado con Corporica, la Universidad de Córdoba, entre otras instituciones.
En su crecimiento, Aproysa logró transformarse en ente de segundo grado, constituida legalmente en el año 2002 con once organizaciones rurales vinculadas, entre ellas Asoproyus, Apros, Nápoles Venecia, Cuadropalmitos, Asproalga, Asopros y Aprodecor; en los municipios de Chinú, San Andrés de Sotavento, Ciénaga de Oro y Sahagún en Córdoba; y Betulia, Los Palmitos, Ovejas y Tolú Viejo en Sucre.
Después de siete años de trabajo, Aproysa pasó de sembrar cien hectáreas a mil. En cuento a comercialización, pasaron de 250 toneladas a 1200. “El aumento ha sido considerable en cuanto al número de siembras y cifras de comercialización, hay mayor número de organizaciones transformando el producto, actualmente hay doce organizaciones asociadas que corresponde a 350 productores”, Explica Estela. Entre las metas a corto plazo que tienen los productores, se encuentra establecer una alianza con Italcol S.A para la compra de su producción, con quienes ya han concretado acuerdos para el establecimiento de cultivos y transformación del producto.
La participación de los campesinos se refleja en sus propios cultivos, que manejan con materiales de buena calidad y empleando las prácticas agrícolas adecuadas. En el proceso de transformación están agregando valor al producto, en consecuencia reciben mayor utilidad para su organización. “En el negocio ésta ha sido la forma como ellos demuestran que se han apropiado del proceso, demuestran que trabajan un cultivo, aplican un proceso de transformación y entregan una excelente producción”, comenta Estela.
Como coordinadora de emprendimiento participativo rural en el Caribe Húmedo, Estela Escobar cuenta que participar en el acompañamiento a Aproysa le representa un gran logro personal. “A esto se le metió muchas ganas, tenía el apoyo de mucha gente, de las instituciones, de la Corporación PBA, las ganas que le metimos permitió mostrar a Aproysa como una vitrina donde se puede ver la experiencia y la apropiación de la gente. La organización está siendo dirigida por los mismos productores y mirar procesos que se hacían cuando yo estaba, todavía los están haciendo, eso para mí es de gran satisfacción, haber servido de facilitadora de un proceso que le está permitiendo a la gente aplicar los conocimientos y empoderarse de su trabajo y organización” Dice Estela.