La nueva caficultura colombiana

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La economía y la cultura del café en Colombia viven hoy un periodo diferente. La Federación Nacional de Cafeteros ejecuta nuevas estrategias comerciales y también nuevos enfoques de desarrollo rural, y así como en el centro de la estrategia comercial se halla el posicionamiento del café colombiano en el segmento de los cafés especiales y las denominaciones de origen, aprovechando la alta calidad del grano colombiano, en el centro de la estrategia de desarrollo rural se halla ahora la participación campesina y el empoderamiento del pequeño caficultor como elemento esencial.

 

- La producción cafetera representa el 16% del PIB agrícola. 553.000 productores cuyas familias están compuestas por 2,7 millones de personas (33% de la población rural colombiana). 726.000 empleos directos y 1,4 millones de empleos indirectos (32% del empleo agrícola).El tradicional modelo de una agricultura de gran escala, con fuerte utilización de insumos químicos y basada en un papel central de grandes productores, propio de la época dorada de la economía del café en el país, ha empezado a ser sustituida en años recientes por un modelo más sostenible, que pone mayor énfasis en la producción limpia, en la explotación de la alta calidad del café colombiano para apuntar al mercado de cafés especiales, y en un papel predominante del pequeño agricultor. Actualmente, el 95 por ciento de los caficultores colombianos tienen cultivos inferiores a 5 hectáreas y su producción representa el 65 por ciento de la cosecha cafetera colombiana. La gran finca cafetera de antaño está en vías de extinción.

En el mercado internacional se conocen como cafés especiales, aquellos que el mercado paga a un precio mayor debido a sus mejores características y en los cuales ese sobreprecio llega directamente al productor. Y allí es donde los pequeños caficultores colombianos están encontrando una nueva bonanza. Bien sea por denominación de origen (en el mismo modelo de producción y mercadeo de los vinos finos), o bien por las tecnologías ecológicas con que es producido y por su amigabilidad con el medio ambiente, los cafés especiales se abren paso rápidamente y constituyen hoy el 26 por ciento de las exportaciones del grano.

El tradicional “eje cafetero colombiano”, región andina constituida por los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y el sur de Antioquia, protagonista principal del boom cafetero hasta los años setenta, ha sido prácticamente rebasado. Hoy se produce café en todo el territorio colombiano - en casi todos los ecosistemas y pisos térmicos - y los departamentos con mayor crecimiento y producción son Cauca y Huila, en el sur del país, donde no existía una tradición cafetera. La redistribución de las áreas ha permitido la consolidación de varios ejes cafeteros que producen grano durante todo el año (antes había una temporada de cosecha cafetera), y ahora se produce café con una gran variedad de perfiles, como diferentes tipos de acidez, de cuerpo y de sabor y suavidad, que están permitiendo al país dominar en aquellos mercados que están dispuestos a pagar más por un mejor café. Otros países dominan el mercado basado en volúmenes y precios bajos, como el de los cafés para mezclas por ejemplo, pero Colombia es claramente el rey en los nichos selectos en donde se paga mucho mejor. La libra de café de este tipo puede llegar a los tres dólares o más, un valor incluso superior al que se pagaba en los tiempos de la famosa “bonanza cafetera” en los años setenta.

Cuando las cuotas de mercado desparecieron, dos décadas atrás, la caficultura colombiana tuvo que adecuarse a la libre competencia y reestructurar su modelo, que empieza a arrojar los primeros frutos. El caficultor típico hoy tiene una mayor conciencia ambiental, incorpora prácticas de producción limpias y administra su cultivo con criterio empresarial. El programa de renovación de cultivos de la Federación Nacional de Cafeteros ha sido pieza clave en esta estrategia. En los últimos cinco años se ha renovado el 40 por ciento (363.000 hectáreas) del parque cafetero. La renovación no es sólo plantar nuevos árboles, sino cambiar la mentalidad del caficultor. Distintos programas de la Federación fortalecen competencias administrativas en los pequeños agricultores, promueven la participación de la mujer rural y ayudan a que la caficultura funcione como empresa rural. “El gran paso que hemos dado en estos años es cambiar el asistencialismo por la promoción” explica Ricardo Villaveces, gerente técnico de la Federación Nacional de Cafeteros y miembro del Grupo Diálogo Rural Colombia.

Con este nuevo enfoque de desarrollo sostenible, la Federación espera “crear prosperidad democrática en el campo, consolidar la caficultura como una locomotora que jalone el crecimiento de todo el agro colombiano, erradicar la pobreza dentro de la población cafetera, formalizar el empleo de los empresarios cafeteros y mejorar la competitividad de la caficultura colombiana”, explicó Ricardo Villaveces.