Repelón es uno de los municipios agrícolas del Departamento del Atlántico con tierras fértiles y productivas, privilegiado por una fuente hídrica, el embalse del Guájaro.
Su actividad agrícola decayó tiempo atrás con la nueva apertura económica del gobierno del presidente Gaviria (1990 – 1994), donde la clase campesina repelonera de aquel entonces no se encontraba preparada para un nuevo proyecto de cambio con miras a competir en el mercado agrícola, la falta de preparación y de conocimientos los hizo vulnerables ante otros productores que poseían conocimientos tecnológicos para competir con el mercado de productos.
Así, aparecieron organizaciones no gubernamentales, preocupadas por la situación del pequeño productor, que aportaron las herramientas necesarias de innovación tecnológica para que estos salieran del atraso en que se encontraban, atraso que los tenía marginados de la tecnología. “Los campesinos de aquella época nos encontrábamos en un atraso, no poseíamos conocimientos de innovación tecnológica, sencillamente estábamos en cero, no teníamos organización. Yo me enteré, por parte de funcionarios de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), de un programa de biotecnología agrícola que llego a Repelón”, dice Miguel Messino Ibáñez, pequeño productor y representante legal de una empresa de base tecnológica construida gracias al Programa de Biotecnología Agrícola (PBA).
Ya en el PBA, y con la colaboración de Corpoica, Mesino recuerda que ingresaron 80 pequeños productores agrícolas y conformamos un GPL, grupo participativo local, donde aprendieron a instalar parcelas de investigación agrícola. “También recibimos acceso a capacitaciones en la parte de crecimiento personal y empresarial; se seleccionó un grupo de 30 productores ya capacitados dentro del GPL para conformar una EBT, empresa de base tecnológica, donde aplicáramos nuestros conocimientos de innovación en procesos biotecnológicos con miras a construir, liderar y gestionar nuestro propio desarrollo, pero también en pro de la conservación y cuidado de nuestro medio ambiente”, cuenta Miguel Mesino.
Con esto, en Repelón encontraron una puerta de entrada a lo que es el mercado de la innovación biotecnológica, aprovecharon sus potenciales y recursos y mejoraron considerablemente la calidad de vida para sus familias y para su pueblo.
Hoy en día están en capacidad de seguir multiplicando el conocimiento adquirido a través del Programa de Biotecnología Agrícola, en la actualidad Corporación PBA, inclusive en diferentes regiones del país. “Esta es la misión que tengo, ser un multiplicador de todo este proceso aprendido para que otros compañeros salgan de su atraso”, concluye Mesino.