El agua que cayó a finales del año anterior y que ocasionó inundaciones en algunas regiones del país, revivió recuerdos de los tipacoques viejos, cuando los tiempos eran buenos.
“Hacía mucho tiempo no se veía un año tan bueno. No tuve que regar el cultivo como en años pasados, la quebrada ahora sí suena como cuando yo era niño, se volvieron a ver chorritos donde sólo escurría la tristeza, el problema vendrá cuando vuelva a mermar el caudal”, comenta Ricardo Velandia, agricultor de 65 años y habitante de la Vereda Galván, Municipio de Tipacoque – Boyacá.
Paradójicamente, lo que para muchos fue motivo de tristeza, para los habitantes de Tipacoque se convirtió en alegría; la lluvia continua que los acompañó hasta noviembre produjo excelentes resultados en cultivos y en producción de forraje, suficiente para el ganado vacuno y caprino que identifican esta región boyacense.
Sin embargo, el periodo normal de sequía acompañado del inclemente sol que se viene presentando en la zona desde diciembre y lo que va de enero, ha hecho que el hermoso paisaje verde que nos acostumbramos a ver el año pasado otra vez se convierta en un amarillo triste, más intenso que de costumbre; ahora las cabras tendrán que volver a ejercitar sus patas, buscando la comida sobre las empinadas cuestas en las laderas del rio Chicamocha.
A esta fecha, vuelve a pesar sobre la mente de los agricultores del municipio que no tienen tanda de agua (derecho para tomar agua de la quebrada) para sus cultivos, la tristeza por carecer de los medios que permitieran aprovechar toda el agua que cayó en invierno para almacenarla y poder usarla en los momentos de sequía, que por lo que oímos serán más fuertes que de costumbre, como consecuencia del cambio climático.
Finalmente, queda como recompensa saber que esta tierra, a pesar de ser semidesértica, es tan buena que cuando llueve se produce lo que al agricultor siembre, pero nos abraza la desesperanza cuando la situación climática va en contra de nuestras buenas intenciones de producir la comida para nuestro sustento y el de muchos otros compatriotas.
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Por Luis José Pita Cely
Comunicador Rural