En la vereda Malagana, perteneciente al municipio de Ciénaga de Oro, Córdoba, viven familias campesinas de estrato uno, gente trabajadora y amable que toda su vida se han dedicado a labrar la tierra.

Teniendo terrenos privilegiados, el campesino de esta zona, por costumbre y tradición siempre se ha dedicado a trabajar por el día a día. Nunca implementó otros modelos de siembras, siempre trabajando sobre lo convencional, en donde los cultivos más representativos son el maíz, el algodón y el sorgo.

La llegada de la Fundación Grupo BIOS, la Fundación Saldarriaga Concha y la Corporación PBA les ha brindado las herramientas y la oportunidad de organizarse y darse a conocer.Es así como 36 campesinos se conformaron como “Grupo Participativo Local (GPL) Malagana”, en donde lo principal es la producción de alimentos orgánicos y sanos.

Gracias a los aportes de las tres entidades se creó un centro de investigación participativa local, en donde cada uno de los integrantes recibió recursos para sus unidades productivas individuales, de agricultura y piscicultura, contando con el acompañamiento técnico de ingenieros agrónomos.

Miladis Cortez cuenta que a sus 55 años nunca había sembrado ninguna clase de cultivos, asegurando que es una buena y bonita experiencia. “Además de trabajar en grupo he tenido la oportunidad de trabajar con personas de la comunidad con las que nunca me había relacionado”.
Con el tiempo que lleva haciendo parte del GPL Malagana, los resultados han sido los esperados y además de producir las hortalizas para su consumo ha logrado generar ingresos.

Por su parte, Ismael Antonio Patrón cuenta que “la confianza depositada en cada uno de nosotros es más que gratificante, ya que sin conocernos nos han dado unos recursos con la oportunidad de trabajar y tener una mejor calidad de vida. Quedando por decir que lo aprendido y por aprender es bien recibido”.

Otro de los integrantes del Grupo, Libardo Flórez, asegura que la llegada de la Corporación y las dos fundaciones “ha sido una bendición de Dios, porque nos han estado apoyado en todo este proceso. Nos enseñan desde la planeación, hasta el desarrollo y finalización de cada uno de los cultivos y a llevar un buen manejo de nuestras finanzas”. Expresa, también, que se encuentra muy contento y agradecido porque todo eso que ha recibido y aprendido ha mejorado su calidad de vida y la de su familia.

Por último, vale la pena mencionar que el campesinado en Colombia, a lo largo del tiempo, ha sido marginado tanto cultural como social y económicamente. La situación actual del mundo, por la pandemia Covid-19, dejó en evidencia la importancia de los campesinos frente a la situación actual.

A todos nos preocupa la probabilidad de llegar a una escasez de alimentos. Por eso, mientras muchos sectores se enfrentan a una recesión, los campesinos colombianos siguen trabajando arduamente para continuar ofreciéndole sus servicios al campo, y evitar llegar a esa posible escasez.

Por:
Arnaldo Aldair Sierra, Jesús David Causil y Libardo José Flórez
Comunicadores Rurales